* Este texto lo encontré en Internet y lo modifiqué para lograr dar el mensaje que quiero.
Hay momentos en la vida en que nos sentimos tan ocupados, preocupados y estresados que pareciera como si estuviésemos desconectados de nosotros mismos, y normalmente actuamos de una forma que no pensamos ni queremos ser.
La clave de salir airoso de todo ello, radica en no perder la calma. Pero.. ¡que difícil es no perderla!
Todo ser humano tiene un momento de locura, y cuando digo locura no hablo de aquellos mágicos momentos en que nuestra mente fluye, crea e innova. No, me refiero a aquel desequilibrio que produce el estar cargándose de situaciones que nos llevan a desesperarnos y en que pareciera que todas las circunstancias adversas se juntaran para entorpecer nuestro trance.
Lo común es decir (y yo mismo lo he dicho ) “todo se me viene junto”. Sin embargo pienso que, más que creerse un superhombre (sin ánimo de ofender a Nietzsche), lo realmente importante radica en que al momento en que se visionan estas situaciones logremos erradicar ese pensamiento de preocupación a la mayor brevedad posible.
¿Cómo?: actuando. Actuando se enderezan, perfilan, salen a la luz, se entienden y maduran todas las ideas, situaciones, transiciones e inconvenientes que se nos presentan.
La cadena del pensamiento hace que mi mente en vez de ocuparse, se preocupe. La preocupación, a su vez, me perturba y de allí en adelante, cualquier cosa puede suceder.
Si no controlamos los sucesos en el momento justo, se nos vendrá esa anulación de situaciones que queríamos evitar. Actuando se pueden evitar muchas cosas. El miedo es casi siempre un factor clave para paralizarnos y no actuar. Sintiendo que actuamos, tendremos la firme convicción de que lo que hicimos fue lo que pudimos y que llegamos hasta donde humanamente se pudo.
De allí que el resultado de nuestra ocupación no nos traumatice: si fue bueno, es maravilloso, pero si fue desfavorable tenemos que aceptarlo. Y con esto me refiero a aceptar el hecho, no a desvincularnos de él.
A mi parecer, lo verdaderamente erróneo es paralizarse y dejar ver cómo las cosas suceden sin habernos hecho partícipes de ello, sin ser actores de nuestras vidas y ampliando la posibilidad de que la gran cantidad de factores que nos rodean se apoderen de ella, para después caer en el “si hubiera..”.
Cuando vivimos momentos agotadores, creemos que si le contamos a todo el mundo lo que nos pasa dejaremos esa carga por el camino y eso es falso. Ninguna carga se aligera si no somos capaces de hacernos cargo de ella. Con suerte logramos postergarla.
Las cosas se resuelven, por tanto debemos ser actores de nuestras vidas, no espectadores. La vida se resuelve, pero somos nosotros mismos los que hacemos que las cosas sucedan. Sin desconsiderar los factores externos (que considero IMPORTANTES), una vez que realmente somos conscientes de lo que sucede es donde finalmente nos convertimos en lo que pensamos, consigamos éxito económico o no. Porque más importante es el cómo actuamos con lo que tenemos.
Enfrenta lo que tengas que enfrentar, di lo que tengas que decir y vive con la menor cantidad de excusas que te sea posible. Preocúpate, es humano, pero no te permitas darle más de cinco minutos diarios, porque de concederle más tiempo le dará una importancia que no tiene. Acepta la realidad tal cual es, pero no te conformes. Participa de ella y cámbiala.
Hoy es un día en que vivimos. Mañana pensaremos inclusive diferente, viendo las perspectivas desde otro ángulo. Ya se nos ocurrirá algo diferente. Ideas nuevas siempre hay, pero debemos abrirles paso. Si las tenemos todas abarrotadas en nuestro cerebro, entonces querrán salir a la vez y allí es donde estaremos más cargados que nunca viviendo una situación que se pudo evitar y que en vez de ello la alimentamos para que se fortaleciera.
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