Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales,
Universidad de Valparaíso.
“Aún repercute en nuestra memoria
la acción politizante que los grupos marxistas
desarrollaron en el seno de la mayoría
de las organizaciones sindicales,
de las organizaciones sindicales,
apartándolas de los fines netamente gremiales,
que son el fundamento y la razón de su existencia”
(Discurso del día del trabajador, 1 de mayo de 1981)
1. Introducción
De manera general, el presente artículo analiza la disputa acaecida al interior de la dictadura militar entre formaciones de extrema derecha, nacionalistas y gremialistas. En términos particulares reconstruye el proceso mediante el cual los sectores “duros” –es decir, los nacionalistas- intentaron desplegar una política de masas dirigida hacia el movimiento de trabajadores a través de la Secretaría Nacional de los Gremios, bajo la creación de la escuela nacional sindical. Por su parte, la idea central de este trabajo sostiene que la disputa entre ambos sectores estuvo lejos de restringirse al ámbito del Estado, también supuso un despliegue hacia los movimientos sociales; en ellos cada bando pretendió hegemonizar diversos espacios de la sociedad civil. Para el caso del movimiento gremialista, la principal herramienta utilizada fue la Secretaría Nacional de la Juventud y de la mujer, por el contrario los nacionalistas intentaron penetrar el movimiento de trabajadores mediante la Secretaría Nacional de los Gremios. Ambas entidades bajo la dirección del ministerio Secretaría General de Gobierno y del Departamento de Organizaciones Civiles.
En este último caso nos detendremos mayormente, debido a la inexistencia de un estudio histórico que aborde el tema.[1]
Desde el punto de vista metodológico, el presente trabajo se enmarca dentro de una línea cualitativa con un carácter descriptivo. Bajo la utilización de técnicas de historia oral –en formato de entrevistas– y la revisión de fuentes documentales, se construye el andamiaje argumentativo pertinente a fin de hacer demostrable y coherente la investigación. Dicho andamiaje se desarrolla en tres capítulos. En el primero de ellos, se muestra de manera general el empeño de la dictadura en implementar un nuevo patrón de desarrollo global mediante la despolitización de la sociedad. Bajo el segundo, se evidencian las tensiones y diferencias entre los bandos gremialistas y nacionalistas. En el tercero, se examina con más detalle el caso de la vertiente nacionalista, su rol y objetivos propuestos mediante la Secretaría Nacional de los Gremios y la Escuela Sindical de Chile.
El objetivo general que persigue es mostrar otra cara de la dictadura militar, alejada de las concepciones que piensan a esta última como un todo homogéneo.
2. La "refundación nacional"
El golpe de Estado de 1973 supuso la resolución de una contradicción vital en el proceso democratizador chileno, significando el triunfo de la derecha y el gran empresariado, en contra de los sujetos mesocráticos y populares que venían cuestionando la hegemonía de los sectores dominantes -claramente desde los cincuenta en adelante-, ya sea desde una perspectiva reformista o revolucionaria.
Además de esto, incluyó el triunfo y la aplicación de un proyecto global[2] que buscaba transformar en sus diversas expresiones la sociedad chilena, dejando atrás la influencia de la izquierda y la politización existente. De manera más precisa, Luis Corvalán lo ha enunciado de la siguiente manera:
La dictadura militar resultante de dicho golpe cumplió una función precisa, que podríamos resumir así:
1) instaurar el proyecto de modernización capitalista impulsado por la derecha y el gran empresariado; 2) restituir a este sector social y a los grupos conservadores en general el control de la sociedad chilena; 3) disolver, como parte de lo anterior, a los sujetos mesocráticos y populares que le habían disputado a aquéllos, desde los sesenta en adelante, la dirección social levantando sus propios proyectos globales, y 4) instaurar una institucionalidad política que en las circunstancias históricas que se vivían fuera funcional a esas finalidades, asegurando su cumplimiento[3].
La implantación de este nuevo proyecto de sociedad no estuvo ajena de conflictos, sobre todo en lo que tendría que ver con los sujetos históricos que habían trabajado y sustentado los proyectos de democratización de la sociedad anteriores a la dictadura, encima de los cuales se dejaría caer una sistemática represión y desarticulación social y política.
Al respecto, Corvalán ha sostenido:
La existencia de tales sujetos era, por cierto, incompatible con la implementación del proyecto de la derecha y el gran empresariado (...) Se requería pues, su erradicación, lo que implicaba prohibir y destruir sus organizaciones e incluso, aniquilar físicamente a gran parte de sus cuadros, tanto políticos como sociales, generando a la par experiencias amedrentadoras y traumáticas en sus bases[4].
A juicio del historiador, la relación entre necesidades objetivas de implementación del nuevo proyecto global, junto con la violencia propiciada desde el Estado –ya sea por militares o civiles– fueron dos caras inseparables de la misma "necesidad histórica" de aplicación del modelo.
Quizás, donde quedó de manera más evidente y explícita la idea según la cual el nuevo régimen implantado buscaría una total refundación de Chile y la organización de un nuevo tipo de sociedad, fue en la Declaración de Principios de la Junta Militar de 1974, la cual pasaremos a analizar.
La tesis principal expuesta en dicho documento, sostenía que Chile –desde el golpe militar de 1973– se encontraba en un profundo proceso de reconstrucción nacional, en los momentos en que una aguda crisis estaría remeciendo al mundo, la cual “pone en tela de juicio los valores y formas de vida de los diversos tipos de sociedad”[5]. Esta crisis –a juicio del documento– sería sustentada por ideas foráneas, particularmente el marxismo, sobre el cual se sostenía:
La alternativa de una sociedad de inspiración marxista debe ser rechazada por Chile, dado su carácter totalitario y anulador de la persona humana, todo lo cual contradice nuestra tradición cristiana e hispánica. Además, la experiencia demuestra que el marxismo tampoco engendra bienestar, porque su carácter socialista y estatista no es apto para un adecuado desarrollo económico[6].
En cuanto a lo ideológico, la Declaración de Principios presentaba todo un despliegue argumentativo de carácter metafísico, sustentado en la teoría de los cuerpos intermedios, -de tipo corporativista- se encuentra en el tradicionalismo de Vásquez de Mella y el nacionalismo hispanista de Primo de Rivera. Esta concepción, característica del pensamiento contra revolucionario español, plantea que la sociedad se debe organizar mediante las sociedades intermedias (esto es familias, municipios, gremios, etc.), las cuales creadas por Dios, tendrían fines particulares y específicos impidiéndose con ello la intromisión de unas por sobre otras. En esta línea, la única función que le corresponde al Estado sería asegurar el cumplimiento del bien común, sin invadir la autonomía de estas sociedades en general y del individuo en particular, esto debido al carácter artificial del Estado como fruto de la creación humana. Por el contrario, el individuo “dotado de espiritualidad” como “hijo de Dios”, nunca podría verse invadido por una sociedad mayor carente de “gracia” como lo sería el Estado.
Ahora bien, el objetivo de asegurar el bien común sólo se lograría mediante una absoluta independencia político partidista de los cuerpos intermedios a fin de que éstos pudiesen desarrollarse libremente. Por ello el documento sostuvo la urgencia de “asegurar la independencia y despolitización de todas las sociedades intermedias entre el hombre y el estado”[7]. La declaración agregaba que:
Esta definición traduce una concepción del bien común, que difiere por igual de la que sustentan el individualismo liberal y el colectivismo totalitario. El individualismo liberal concibe al bien común como la simple suma de los bienes individuales, que cada cual procura obtener con casi total prescindencia del de los demás.
El colectivismo se sitúa en el extremo opuesto, y entiende el bien común como un concepto referido al todo colectivo o estatal, frente al cual el bien individual de cada persona desaparece por completo[8].
Como queda de manifiesto, el régimen marcaba distancia tanto de las lecturas liberales clásicas (según esta mirada, principal responsable de la crisis de la nación debido a la posibilidad que abrió históricamente a la penetración de ideas foráneas como el marxismo), como de las colectivistas de carácter socialistas, asignándole un nuevo rol al Estado que se denominaría como subsidiario, argumentando explícitamente que:
El respeto al principio de subsidiariedad representa la clave de la vigencia de una sociedad auténticamente libertaria... Por oposición a él, cuanto mayor sea el estatismo que afecte a una sociedad, menor será su efectiva libertad, por extendido que sea el ejercicio ciudadano de los derechos políticos [...] El estatismo genera, en cambio, una sociedad gris, uniforme, sometida y sin horizontes[9].
Así, según la mirada de la Junta, la única manera de asegurar el bien común recaería en la plena autonomía de las sociedades intermedias, para que éstas cumpliesen sus fines propios.
Más aun, la Junta Militar anunciaba de antemano que "no se propondría como un gobierno transitorio entre dos de tipo partidista"[10], sino que por el contrario, emprendería todo un enorme proyecto de reconstrucción nacional, a nivel político, económico y social. Es decir, presentaba la implementación de un proyecto global.
Por su parte, este proyecto global a nivel político se caracterizó por implantar un régimen altamente autoritario, generando en 1980 una construcción jurídica de carácter excluyente. Al mismo tiempo, en el plano económico supuso la imposición del modelo neoliberal, el cual según el profesor Jorge Gonzalorena Döll se caracterizó por:
a) Una radical liberalización de los mercados, sustentada en la eliminación casi total de los controles y restricciones previamente existentes; b) una también radical y unilateral apertura al exterior, apoyada en una rápida y sustantiva disminución de los aranceles y de los controles cambiarios; c) una extensión muy amplia de los ámbitos de actividad privada y el encogimiento equivalente de la acción del Estado que traspasa a particulares muchas de sus anteriores funciones[11].
Por otra parte, en el plano social la dictadura apostó a generar una sociedad atomizada y despolitizada, bajo el firme convencimiento de eliminar la politización gremial y a los partidos que la hacían efectiva.
A fin de poner en marcha este proyecto, lo que vendría sería la despolitización de las sociedades intermedias y el exterminio de los sujetos opositores, objetivos que necesitaron de la ayuda de “colaboradores” civiles, los cuales, en su pasado político, emprendieron la lucha contra el gobierno de Salvador Allende. La Secretaría de la Juventud –a cargo de los futuros miembros de la UDI– y la Secretaría Nacional de los Gremios – ocupada por el MRNS[12]– serán a nuestro juicio elementos importantes en esta "tarea de refundación nacional" para con la sociedad civil.
3. Divergencias en torno al camino a seguir
El denominado proceso de “refundación nacional” –descrito más arriba– ubicó a diversos sectores políticos –que habían sido oposición al gobierno de Allende y que acompañarán a los militares– en distintos cargos en la nueva burocracia Estatal. Esto, mientras los militantes de partidos de izquierda y opositores al nuevo régimen eran perseguidos y torturados[13].
Entre quienes fueron actores activos del régimen, podemos distinguir: a) el Partido Demócrata Cristiano, pero que prontamente se distanciará de la dictadura, cuando se percate que no puede hegemonizar a los militares, b) el movimiento gremialista liderado por Jaime Guzmán, que más tarde devendrá en la formación de la UDI, c) los nacionalistas de extrema derecha[14], algunos dispersos y otros agrupados como el caso del MRNS, d) los neoliberales de la Universidad Católica, y e) los
antiguos miembros del disuelto Partido Nacional de tendencias liberales y conservadoras.
Al mismo tiempo que el objetivo de despolitizar a la sociedad civil e implantar un nuevo patrón de desarrollo se cumplía, dentro del régimen se dará una férrea competencia entre los diversos grupos que participaban en el nuevo gobierno. Esta competencia tenía como objetivo “ocupar espacios” en las áreas de influencia y de decisión al interior del régimen implantado, lo que incluía ganar la simpatía de los militares con rol político. Bajo esta disputa, los que generen mayores roces y conflictos serán por una parte los movimientos nacionalistas civiles junto con algunos oficiales de las FF.AA[15], quienes se caracterizarán por intentar plantear un régimen corporativo de tendencia más "fascista"[16] alejado del neoliberalismo y por otra, la alianza perpetrada al interior del gobierno entre gremialistas y neoliberales.
a) El caso de los nacionalistas
Con respecto a las formaciones nacionalistas, cabe señalar que históricamente en el siglo XX resaltaron cada vez que los sujetos mesocráticos y populares avanzaron en los procesos de democratización. Particularmente en la coyuntura 1970-1973 tuvieron un rol activo en lo que a desestabilizar el gobierno de Salvador Allende se refiere.Ya sea en su vertiente católica –como el caso del M.R.N.S– o en su expresión laica –el Frente Nacionalista Patria y Libertad–, las formaciones nacionalistas mantuvieron un imaginario político que podríamos resumir en las siguientes tesis:
- La idea según la cual, la democracia liberal lleva consigo una enfermedad congénita que propicia su autodestrucción.
- La concepción de la nación como un cuerpo, el cual sería infectado y atacado por ideas foráneas –como el marxismo y el liberalismo– que amenazarían las tradiciones propias de Chile, llevándole a su destrucción.
- La necesidad de refundar Chile mediante una “revolución” nacionalista de carácter: autoritaria, corporativista y anticapitalista.
Fue bajo la dictadura militar, que las formaciones nacionalistas vieron la posibilidad de llevar a cabo su “revolución”. Es por esto que en un comienzo apoyaron la dictadura militar, pero luego de que ésta asumiera en el plano económico el modelo neoliberal, se distanciaron de aquella. Así, Patria y Libertad terminó auto-disolviéndose y el MRNS se concentró en el mundo sindical, para intentar desde ahí generar un nuevo sujeto social.
Ahora bien, en el marco de la competencia con los gremialistas y aclarando las diferencias al interior del gobierno con los neoliberales, Roberto Thieme –ex secretario general de Patria y Libertad[17]– sostuvo: "En el plano económico, nosotros proponíamos una economía social de mercado, que sustituyera la empresa capitalista tradicional, por una empresa integrada de trabajadores"[18].
En relación con ello, en agosto de 1983, tres personajes importantes del nacionalismo criollo, Pablo Rodríguez Grez, junto con Federico Willoughy y Gastón Acuña[19], publicaron un libro llamado “¿Qué es el nacionalismo hoy?”, mediante el cual desarrollaron una ácida crítica a las políticas neoliberales asumidas por el gobierno luego de la crisis de la década de los ochenta. Al respecto, sostuvieron:
¡Que no se diga tampoco que el modelo estaba errado! El error estuvo en el libertinaje. El error estuvo en suponer que ese modelo podía operar con un “Estado ausente”. El error estuvo en creer que puede haber libertad sin disciplina e iniciativa privada sin planificación. El error estuvo en olvidarse que somos una comunidad nacional, donde cada cual tiene su sitio en la tarea, y donde aquel que actúa a su sólo arbitrio, o a su capricho, abusa de la libertad, la traiciona y desbarranca. El error estuvo en el vergonzante, impúdico, repulsivo ejemplo que en el mal uso de esa libertad dieron aquellos que tenían una responsabilidad más alta y un rol más decisivo en las esferas de las finanzas privadas[20].
En el mismo marco de las críticas a los neoliberales, Misael Galleguillos[21] –uno de los principales líderes del Movimiento Revolucionario Nacional Sindicalista (MRNS), representante del nacionalismo– nos expuso, lo siguiente en una entrevista realizada el año 2009:
Cuando se creó el MAN, –Movimiento Acción Nacional-, por iniciativa de Federico Willoughby, Gastón Acuña y Pablo Rodríguez, me invitaron a una reunión y me preguntaron qué es lo que pensaba de la empresa, yo les dije: –la unidad básica productiva–, no, me dijeron, sobre la propiedad de la empresa. Bueno, les dije que el sector laboral debía participar de cierta manera en la propiedad de la empresa mediante un acceso gradual, como en Alemania, en Inglaterra, etc. A lo que uno de los que estaba en la reunión (que era el pro-rector de la Universidad de Chile, Hernán García Vidal) dice: ¡No te dije yo! Este último –que era tío de la Lucía Hiriart de Pinochet– “tenía pasada para allá”, era importante. Luego de eso Willoughby dijo: ¡Hay un problema! (de hecho este último había logrado el apoyo del Partido Conservador Inglés), porque Hernán ha llegado a cierto nivel de sectores empresariales y le habían preguntado al MAN, acerca de este tema.
Pablo Rodríguez les había planteado la idea de la empresa integrada, en donde todos los que trabajaban en ella eran los dueños, participando en la gestión y propiedad. Esto era importante porque un sector empresarial había visto que podía ser un movimiento que ellos respaldarían, para tener una visión distinta, ya que el sector productor chileno estaba en contra de Guzmán, porque éste apoyaba al sector financiero, dejando de lado a los productores, sintiéndose los empresarios desplazados. Recuerda que muchas empresas quebraron en este tiempo. Finalmente no pudimos ganar esa pelea y ellos fueron –los neoliberales- quienes perdieron el control con la crisis del ‘83[22].
b) Los gremialistas
El gremialismo fue un movimiento de masas surgido en la Universidad Católica. Liderado por Jaime Guzmán, en un primer momento se caracterizó por su oposición total a la reforma universitaria y luego de esto, por su tenaz lucha en contra del gobierno de la Unidad Popular. Como movimiento de masas, se caracterizó por ser "abierto", lo cual le permitió generar una gran cantidad de apoyo. Una vez perpetrado el golpe militar, Jaime Guzmán fue dejando de lado las concepciones tradicionalistas de su juventud, para encaminarse en la formación de un partido político de derecha católica y conservadora, el cual fuese capaz de disputar espacios, en el maco de una futura democracia de partidos. Además de esto, fue uno de los principales elabora- dores de la Constitución autoritaria de 1980.
Por su parte, logró hacer una alianza estratégica con los neoliberales, quienes –como lo vimos más arriba– eran partidarios de un capitalismo desregulado, disminuyendo la injerencia Estatal en el área económica. Así en el mismo régimen militar, el movimiento gremialista con los neoliberales, fueron bloqueando y disminuyendo las áreas de influencia de los nacionalistas al interior del Estado.
Esta competencia –como sostiene nuestra hipótesis– no se restringió al campo de la burocracia Estatal, sino que también se encargó de desplegar toda una política hacia la sociedad civil, con el objetivo de "despolitizar" los "cuerpos intermedios" de la sociedad y cooptar un nuevo sujeto popular para esta nueva derecha.
Su política estuvo plasmada en la Secretaría Nacional de la Juventud y de la Mujer, donde el movimiento se especializó en generar una enorme red de actividades con las Juntas de Vecinos, agrupaciones poblacionales, trabajos voluntarios de invierno y verano y preuniversitarios populares[23], disputándole directamente el histórico espacio a la izquierda, perseguida y aniquilada mediante los organismos de inteligencia.
Cabe resaltar que la Secretaría Nacional de la Juventud entre 1975 y 1983 logró incluir en sus diversas actividades alrededor de 230.000 personas[24]. En este inmenso trabajo de bases sociales la futura UDI se nutrirá de dirigentes, militantes y electores hasta el día de hoy. Al respecto,Verónica Valdivia en una de sus últimas publicaciones sostiene:
El movimiento gremial dirigido por Guzmán logró dos pilares a partir de los cuales fortalecer su influencia socio-política: por un lado acercarse a los sectores populares a través de la Secretaría Nacional de la Juventud y las Federaciones estudiantiles universitarias, lo cual habría sido muy difícil –si no imposible- bajo un contexto políticamente competitivo y con una izquierda vigente. En este sentido el futuro de la derecha dependía del aniquilamiento de la izquierda[25].
4. Los nacionalistas y la “despolitización” de la sociedad: El MRNS y la Secretaría Nacional de los Gremios
Sin perjuicio de que el régimen militar irá siendo hegemonizado por tendencias neoliberales, los nacionalistas liderados por el MRNS[26] desarrollaron su política en la Secretaría Nacional de los Gremios. Según lo recordaba Misael Galleguillos:
La Secretaría Nacional de los Gremios se creó en 1977. Antes había sólo una oficina de gremios, que no tenía estructura, estaba a cargo de Rubén Díaz Neira, amigo mío. Una vez creada, viajé desde Arica a Punta Arenas con un gasto enorme creando oficinas regionales. La primera fue en Santiago, luego en Valparaíso, Concepción, Copiapó, Iquique, Arica.
Nosotros dependíamos directamente del Ministerio Secretaría General de Gobierno[27].
El objetivo que perseguía este organismo -según se señala en las fuentes del MRNS- era:
Contribuir al cumplimiento de las acciones de gobierno sobre el ámbito gremial, que incluye a los sindicatos, los gremios empresariales y a los colegios profesionales, a fin de relacionar a este sector social con el gobierno de la República[28].
Sin perjuicio de lo anterior, es posible observar que existía un objetivo político también para el MRNS, el cual era obtener un sujeto social dentro del mundo de los trabajadores a fin de dar cuerpo a la propuesta nacionalista, al mismo tiempo que se promovería una vertiente del sindicalismo de carácter nacionalista, corporativa, antipartidista y anticomunista, todo muy afín al imaginario Nacional Sindicalista.
Así como la futura UDI saldrá a conquistar los “cuerpos sociales” mientras la dictadura eliminaba al “enemigo interno”, el MRNS buscará lograr lo mismo en el mundo sindicalista influenciado históricamente por la izquierda; la Secretaría será el espacio.
Ahora bien, la creación de la Secretaría Nacional de los Gremios, tuvo como principal organismo la “Escuela Nacional Sindical” con el objetivo de formar ideológicamente a los diferentes dirigentes sindicales en materias propiamente gremiales, como lo eran los derechos y deberes de los trabajadores.
Dicha “escuela” incluyó cursos de “capacitación” en el sindicalismo, asistencia a seminarios y conferencias sobre materia sindical. En cuanto al impacto de ésta en el mundo sindical, cabe señalar que para 1977 tomaron algún tipo de curso en la Escuela –ya sea seminarios breves o internados más extensos– alrededor de 1411 dirigentes y en 1978, 1553 personas[29].
La Escuela Sindical tuvo una casa en donde se alojaban los dirigentes para recibir la educación de manera más cómoda. Además recibían alimentación y ratos de esparcimiento[30], todo esto bajo un régimen de internado que permitiera aprender de mejor manera los cursos de “formación” sindical. Resulta relevante destacar que dentro de los profesores que hicieron clases en la Escuela encontramos a "Ramón Callis Arrigorriaga [el ex jefe nacional del MRNS], Ariel Peralta[31] y Eduardo Sánchez"[32].
Por otra parte, dentro de quienes trabajaron en la Secretaría en general se encuentran entre otros: Pedro Zurita, Germán Cuevas, Patricia Arancibia Clavel, Soledad Acuña, Arturo Marshall, Fernando Muñoz, Federico Morales, Nancy Sepúlveda[33].
Sobre la importancia que representó este espacio para las formaciones nacionalistas, Guillermo Henríquez, ex miembro del MRNS, comentó en una interesante entrevista –que debido a su relevancia es presentada de manera casi integral- publicada en internet a través de la página nacionalista "Alerta Austral"[34]:
Yo llegué al nacional sindicalismo junto con otra cantidad de camaradas, que habían militado durante el gobierno de la Unidad Popular, en el comando Rolando Matus y otros en Patria y Libertad (...) No obstante, como había una similitud de propósitos, nos fuimos abriendo paso en los círculos ligados a la armada y el ejército, siendo aceptada nuestra existencia, hasta que en un momento determinado nuestro jefe fáctico del movimiento, fue nombrado en la dirección de la Secretaría Nacional de los Gremios.
Esta entidad era un organismo paralelo y equivalente a la Secretaría de la Juventud, la Secretaría de la Mujer, la Secretaría de la Cultura, etc. Organismos dependientes de la Secretaría General de Gobierno... Nosotros por ese entonces éramos jóvenes universitarios y naturalmente participábamos de todo aquello, teniendo también nuestras luchas al interior de la universidad, las que tenían un carácter distinto, toda vez que se vivía en un régimen militar, hacíamos lo que se hacía: trabajo en los centros de alumnos y federaciones de estudiantes. Así empezamos a tener nuestras primeras grandes disputas, que fueron bastante serias, con otro grupo que también apoyaba al régimen militar y que tenía una visión totalmente distinta a la nuestra, el movimiento gremial que después se transformó en la UDI.
De hecho, los gremialistas ya manejaban la Secretaría de la Juventud... Los nacionalistas del MRNS, por estar en la Secretaría de los Gremios, desarrollamos un fuerte contacto con las bases sindicales y esto, por un lado, de algún modo dificultó nuestro contacto con los jóvenes. [Los] Aportes del nacional sindicalismo en aquellos años fue a mi modo de ver, la creación en la ciudad de Santiago de la Escuela Sindical de Chile.
Este era un proyecto, que en alguna medida se realizó en el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, durante un período muy corto, y en el gobierno militar fue un proyecto que se concretó y cuyo objetivo era básicamente formar dirigentes sindicales, pero no políticamente o en el sentido leninista, sino en conocimientos de la historia del sindicalismo, desarrollo de técnicas de oratoria, lectura de balance, el manejo de herramientas contables y financieras. Para nosotros, el dirigente sindical no podía ser más un ignorante en esos temas, él debía sentarse con toda propiedad, para así representar los intereses de sus representados[35].
De esta entrevista se desprende lo importante que era para el MRNS la generación de este espacio de "formación sindical" al interior del régimen, al mismo tiempo que evidencia las diferencias constantes con el movimiento gremialista de Jaime Guzmán.
Por otra parte, se generó una revista propia -dependiente de la Secretaría llamada Gremios, la cual contaba con recursos y una calidad no menor en cuanto a la impresión. El director de la revista era Ramón Rivas Guzmán, en el comité redactor se encontraban, entre otros, Fernando Muñoz Parra, Pedro Zurita, Carlos Koch, Luis Lazzaro. Además, entre quienes publicaban en esta revista se encontraba: Patricia Arancibia Clavel.
La revista estaba encargada de cubrir los eventos que realizaba la Secretaría, al mismo tiempo que propugnaba el desarrollo ideológico del MRNS y concepciones sindicalistas basadas en la “doctrina de los cuerpos intermedios”, concordantes con los principios ideológicos expuestos en la “Declaración de principios de la Junta Militar de 1974”, ya explicados con anterioridad.
En su editorial N°1 señalaba:
Gremios es una publicación que nace a la vida nacional para contribuir al fortalecimiento y desarrollo de los gremios y sindicatos en que se han organizado los trabajadores, profesionales y empresarios chilenos [...]
El Supremo gobierno se ha propuesto lograr la participación social a través de los organismos sociales intermedios entre el hombre y el Estado, para lograr la constitución de un poder social responsable que no esté supeditado al poder político del Estado, sino más bien que le sirva de límite.
La función primordial del Estado de lograr el bien común, de ser el custodio del derecho, el promotor del desarrollo y el ejecutor de nuestro destino histórico...[36]
Más aun, en el lanzamiento del N°1 de la revista se cubrió de manera detallada el aniversario del 1 de Mayo de 1978, celebrado en el edificio Diego Portales, con una plenaria llena de más de 3000 dirigentes sindicales. En dicha plenaria, Pinochet junto con Lucía Hiriart se dedicaron a saludar y premiar de manera “carismática” a los diversos asistentes, además de generar discursos en conmemoración del día del trabajador. Resulta decidora la declaración que se hizo en la cobertura acerca del discurso de Manuel Hernández, dirigente de Ferrocarriles, quien sostenía:
Otro discurso relevante lo realizó Guillermo Medina (en la foto premiado por Pinochet), dirigente del Cobre, el cual señalaba:
La tercera y la más importante guardaba relación con la creación del Consejo del Trabajo, máxima expresión de una política de corte corporativa que deseaba impulsar el MRNS. Sobre esto Gremios sostenía:
El Consejo del Trabajo es un cuerpo de integración, formado por 15 representantes de los trabajadores y 15 representantes de las organizaciones de empleadores, que se desempeñen en las actividades de producción y servicios, bajo la presidencia del Ministro del Trabajo y Previsión Social, quien en representación del gobierno se reservará la función de armonizar los diversos intereses particulares con miras al bien común.
La designación de los consejeros operará mediante la presentación de ternas por parte de las directivas de las organizaciones sindicales y gremiales de los trabajadores y empleadores. En el Consejo del Trabajo, las autoridades expondrán los aspectos laborales de la política gubernamental y analizarán las opciones y planteamientos de empleadores y trabajadores sobre tales materias.[43]
Este Consejo del trabajo -de clara inspiración corporativista-, sólo se entiende en relación con el marco ideológico sustentado en un nacionalismo corporativista, al mismo tiempo que buscaba generar un espacio político relevante para el MRNS, toda vez que los cuadros que ingresarían a él, habrían pasado directa o indirectamente por la Secretaría y la Escuela Sindical de Chile.
Cabe señalar que si bien este organismo fue aprobado, demoró un tiempo en desarrollar las elecciones de sus miembros. Esto llevó a reclamos publicados por dirigentes sindicales a través de Gremios, particularmente en el N°3, los cuales reflejan la queja de los trabajadores:
El representante de los trabajadores en el Consejo de Estado, Guillermo Medina, planteó una serie de inquietudes, las que calificó de extraordinaria importancia para el sector laboral nacional.
Entre otras materias, pidió que se nombrara a la brevedad posible el Consejo Nacional del Trabajo, la pronta promulgación de la reforma de Seguridad Social y la promulgación del Libro III del Código del Trabajo, que regula la negociación colectiva.[44]
Es importante señalar que este dirigente sindical, fue el mismo que era citado en el número 1 de Gremios exigiendo una reforma constitucional para el término de la militancia partidista en los dirigentes sindicales.
Ahora bien, con respecto a este tema Galleguillos recordaba muy molesto el hecho, toda vez que había representado un triunfo frustrado para el MRNS y al mismo tiempo la puesta en práctica de una medida corporativa, la cual habría sido impedida por gente ligada al sector neoliberal:
Aunque si bien, más adelante se eligieron las personas que integrarían el Consejo, éste nunca se puso en marcha, debido a que en la mañana de ese día Miguel Kast fue a hablar con el Presidente de la República y le dijo que el país atravesaba por una fuerte crisis económica y que el funcionamiento del Consejo Nacional del Trabajo iba a dificultar la aplicación de leyes para superar la crisis, entonces le pidió al presidente que lo postergara. Kast decía que podía ocurrir la necesidad de tomar una medida dura y el Consejo Nacional del Trabajo la podía rechazar. Quedó creado pero no funcionado.[45]
Aunque este hecho significó un estancamiento para la política del MRNS, cabe señalar que el funcionamiento de la Escuela Nacional Sindical se extendió por más de siete años. Mediante ella, se proporcionó una fuerte, sistemática y clara ideologización a los dirigentes sindicales chilenos. Sin lugar a dudas, estamos en presencia de un espacio histórico para el nacionalismo chileno, que aún no ha sido reconocido por la historiografía actual, constituyéndose este artículo, solamente en su introducción.
Finalmente, el asesinato de Tucapel Jiménez, líder sindical y Presidente de la ANEF, el 25 de febrero de 1982, marcará el fin de Galleguillos como Secretario Nacional de los Gremios y al mismo tiempo la pérdida para el sector nacionalista de una poco explorada experiencia sindical. Este último será inculpado –aunque procesado recién el año 1999[46] y luego dejado en libertad– como autor intelectual del asesinato, por lo cual dejará la Secretaría y volverá a la Universidad de Santiago de Chile a impartir docencia. De hecho, en 1991 será raptado por un comando del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (autónomo), desde la sala de clases en la cual se encontraba trabajando y lo dejarán encadenado a la puerta de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, con bombas pegadas al cuerpo, además de un cartel alusivo al asesinato de Tucapel Jiménez.
A propósito de este tema, el periodista Benedicto Castillo ha escrito un libro llamado “El emblemático crimen de Tucapel Jiménez. El cóndor quiere carne”[47], en donde sostiene la tesis según la cual Galleguillos habría sido el responsable del espionaje al líder sindical, sobre la base del cual se habría realizado su asesinato.
Por otra parte, el propio Galleguillos accedió a hablar de este tema y nos comentó:
Lo concreto ahí es que la Secretaría no tenía nada que ver. Nosotros no hacíamos seguimiento, para eso está la división del trabajo en la CNI, había ahí algo dedicado a los sindicatos. A mí me preguntaron si en la secretaría había una persona de seguridad, yo les dije que no, pero sí había en el ministerio del trabajo. Estos tipos pensaban que la Secretaría de los Gremios era una central sindical. Y no, era un organismo de gobierno. Incluso el ministro Muñoz preguntó si éramos parte de la CNI, se le pidió informes a la CNI y no había nadie. En abril de 1999 nos procesaron por solicitud de los querellantes, luego el mismo Ministro revocó el auto-procesamiento, en el fondo nunca fuimos parte del proceso[48].
En ese sentido, Galleguillos se mostraba favorable a la tesis de que la DINE mató a Tucapel, siendo él una especie de “chivo expiatorio”. El objetivo de los militares habría sido provocar una distracción en la investigación –inculpando a la Secretaría–, a fin de que tras correr el tiempo la causa caducara. Cabe señalar que este hecho servirá de paso para que los neoliberales junto con los gremialistas desarticularan el último bastión del nacionalismo.
Finalmente quienes terminarán ganando esta competencia a lo largo del gobierno serán los neoliberales aliados con los gremialistas –implicando eso sí un radical quiebre de Jaime Guzmán con sus antiguas concepciones ideológicas de carácter corporativas y tradicionalistas–[49], desplazando la influencia de los sectores nacionalistas, tanto en su afluente civil y militar. Esto último se explicaría a juicio de Verónica Valdivia, debido a la incapacidad política de estos últimos[50] de generar una alianza programática entre “los sectores duros” del régimen. De hecho el propio Galleguillos –frunciendo el seño y suspirando– sostuvo en la última entrevista concedida:
“Nos faltó mayor capacidad política”[51].
No obstante el proceso de ideologización bajo la escuela sindical de Chile, aunque no se puede evidenciar mediante estadísticas electorales –como sí podríamos hacerlo con el caso de la UDI–, fue un proyecto que no dejó de contar con el apoyo del mundo sindical, siendo un caso desconocido hasta el
Articulo publicado en el libro "Vitalizando la Historia Política. Estudios sobre el Chile reciente (1960-2010)" realizado por el Taller de Historia Política UV.
La Secretaría Nacional de los Gremios se creó en 1977. Antes había sólo una oficina de gremios, que no tenía estructura, estaba a cargo de Rubén Díaz Neira, amigo mío. Una vez creada, viajé desde Arica a Punta Arenas con un gasto enorme creando oficinas regionales. La primera fue en Santiago, luego en Valparaíso, Concepción, Copiapó, Iquique, Arica.
Nosotros dependíamos directamente del Ministerio Secretaría General de Gobierno[27].
El objetivo que perseguía este organismo -según se señala en las fuentes del MRNS- era:
Contribuir al cumplimiento de las acciones de gobierno sobre el ámbito gremial, que incluye a los sindicatos, los gremios empresariales y a los colegios profesionales, a fin de relacionar a este sector social con el gobierno de la República[28].
Sin perjuicio de lo anterior, es posible observar que existía un objetivo político también para el MRNS, el cual era obtener un sujeto social dentro del mundo de los trabajadores a fin de dar cuerpo a la propuesta nacionalista, al mismo tiempo que se promovería una vertiente del sindicalismo de carácter nacionalista, corporativa, antipartidista y anticomunista, todo muy afín al imaginario Nacional Sindicalista.
Así como la futura UDI saldrá a conquistar los “cuerpos sociales” mientras la dictadura eliminaba al “enemigo interno”, el MRNS buscará lograr lo mismo en el mundo sindicalista influenciado históricamente por la izquierda; la Secretaría será el espacio.
Ahora bien, la creación de la Secretaría Nacional de los Gremios, tuvo como principal organismo la “Escuela Nacional Sindical” con el objetivo de formar ideológicamente a los diferentes dirigentes sindicales en materias propiamente gremiales, como lo eran los derechos y deberes de los trabajadores.
Dicha “escuela” incluyó cursos de “capacitación” en el sindicalismo, asistencia a seminarios y conferencias sobre materia sindical. En cuanto al impacto de ésta en el mundo sindical, cabe señalar que para 1977 tomaron algún tipo de curso en la Escuela –ya sea seminarios breves o internados más extensos– alrededor de 1411 dirigentes y en 1978, 1553 personas[29].
La Escuela Sindical tuvo una casa en donde se alojaban los dirigentes para recibir la educación de manera más cómoda. Además recibían alimentación y ratos de esparcimiento[30], todo esto bajo un régimen de internado que permitiera aprender de mejor manera los cursos de “formación” sindical. Resulta relevante destacar que dentro de los profesores que hicieron clases en la Escuela encontramos a "Ramón Callis Arrigorriaga [el ex jefe nacional del MRNS], Ariel Peralta[31] y Eduardo Sánchez"[32].
Por otra parte, dentro de quienes trabajaron en la Secretaría en general se encuentran entre otros: Pedro Zurita, Germán Cuevas, Patricia Arancibia Clavel, Soledad Acuña, Arturo Marshall, Fernando Muñoz, Federico Morales, Nancy Sepúlveda[33].
Sobre la importancia que representó este espacio para las formaciones nacionalistas, Guillermo Henríquez, ex miembro del MRNS, comentó en una interesante entrevista –que debido a su relevancia es presentada de manera casi integral- publicada en internet a través de la página nacionalista "Alerta Austral"[34]:
Yo llegué al nacional sindicalismo junto con otra cantidad de camaradas, que habían militado durante el gobierno de la Unidad Popular, en el comando Rolando Matus y otros en Patria y Libertad (...) No obstante, como había una similitud de propósitos, nos fuimos abriendo paso en los círculos ligados a la armada y el ejército, siendo aceptada nuestra existencia, hasta que en un momento determinado nuestro jefe fáctico del movimiento, fue nombrado en la dirección de la Secretaría Nacional de los Gremios.
Esta entidad era un organismo paralelo y equivalente a la Secretaría de la Juventud, la Secretaría de la Mujer, la Secretaría de la Cultura, etc. Organismos dependientes de la Secretaría General de Gobierno... Nosotros por ese entonces éramos jóvenes universitarios y naturalmente participábamos de todo aquello, teniendo también nuestras luchas al interior de la universidad, las que tenían un carácter distinto, toda vez que se vivía en un régimen militar, hacíamos lo que se hacía: trabajo en los centros de alumnos y federaciones de estudiantes. Así empezamos a tener nuestras primeras grandes disputas, que fueron bastante serias, con otro grupo que también apoyaba al régimen militar y que tenía una visión totalmente distinta a la nuestra, el movimiento gremial que después se transformó en la UDI.
De hecho, los gremialistas ya manejaban la Secretaría de la Juventud... Los nacionalistas del MRNS, por estar en la Secretaría de los Gremios, desarrollamos un fuerte contacto con las bases sindicales y esto, por un lado, de algún modo dificultó nuestro contacto con los jóvenes. [Los] Aportes del nacional sindicalismo en aquellos años fue a mi modo de ver, la creación en la ciudad de Santiago de la Escuela Sindical de Chile.
Este era un proyecto, que en alguna medida se realizó en el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, durante un período muy corto, y en el gobierno militar fue un proyecto que se concretó y cuyo objetivo era básicamente formar dirigentes sindicales, pero no políticamente o en el sentido leninista, sino en conocimientos de la historia del sindicalismo, desarrollo de técnicas de oratoria, lectura de balance, el manejo de herramientas contables y financieras. Para nosotros, el dirigente sindical no podía ser más un ignorante en esos temas, él debía sentarse con toda propiedad, para así representar los intereses de sus representados[35].
De esta entrevista se desprende lo importante que era para el MRNS la generación de este espacio de "formación sindical" al interior del régimen, al mismo tiempo que evidencia las diferencias constantes con el movimiento gremialista de Jaime Guzmán.
Por otra parte, se generó una revista propia -dependiente de la Secretaría llamada Gremios, la cual contaba con recursos y una calidad no menor en cuanto a la impresión. El director de la revista era Ramón Rivas Guzmán, en el comité redactor se encontraban, entre otros, Fernando Muñoz Parra, Pedro Zurita, Carlos Koch, Luis Lazzaro. Además, entre quienes publicaban en esta revista se encontraba: Patricia Arancibia Clavel.
La revista estaba encargada de cubrir los eventos que realizaba la Secretaría, al mismo tiempo que propugnaba el desarrollo ideológico del MRNS y concepciones sindicalistas basadas en la “doctrina de los cuerpos intermedios”, concordantes con los principios ideológicos expuestos en la “Declaración de principios de la Junta Militar de 1974”, ya explicados con anterioridad.
En su editorial N°1 señalaba:
Gremios es una publicación que nace a la vida nacional para contribuir al fortalecimiento y desarrollo de los gremios y sindicatos en que se han organizado los trabajadores, profesionales y empresarios chilenos [...]
El Supremo gobierno se ha propuesto lograr la participación social a través de los organismos sociales intermedios entre el hombre y el Estado, para lograr la constitución de un poder social responsable que no esté supeditado al poder político del Estado, sino más bien que le sirva de límite.
La función primordial del Estado de lograr el bien común, de ser el custodio del derecho, el promotor del desarrollo y el ejecutor de nuestro destino histórico...[36]
Más aun, en el lanzamiento del N°1 de la revista se cubrió de manera detallada el aniversario del 1 de Mayo de 1978, celebrado en el edificio Diego Portales, con una plenaria llena de más de 3000 dirigentes sindicales. En dicha plenaria, Pinochet junto con Lucía Hiriart se dedicaron a saludar y premiar de manera “carismática” a los diversos asistentes, además de generar discursos en conmemoración del día del trabajador. Resulta decidora la declaración que se hizo en la cobertura acerca del discurso de Manuel Hernández, dirigente de Ferrocarriles, quien sostenía:
"El 1 de Mayo tiene hoy una nueva connotación. Es la fiesta del trabajador en que se manifiesta la unión de todos por encima de las diferencias."[37]
Otro discurso relevante lo realizó Guillermo Medina (en la foto premiado por Pinochet), dirigente del Cobre, el cual señalaba:
"Los trabajadores chilenos han devuelto al 1° de Mayo su verdadera y real significación”. Además de esto Gremios agregaba:
“Al final de su intervención hizo presente cinco puntos de los cuales destacó el primero por ser aplaudido por la totalidad de los asistentes. Pedía la dictación de la reforma constitucional en que se fijara claramente el camino de los chilenos en las responsabilidades ciudadanas -concretamente la prohibición total de que los dirigentes sindicales tengan participación en los partidos políticos-[38].
Estas declaraciones, de una u otra forma, podrían mostrarnos el alcance de la Secretaría Nacional de los Gremios y la no despreciable capacidad de movilización de ésta[39], al mismo tiempo que exigen una investigación más extensa y detallada, a fin de dar cuenta del movimiento sindical bajo la dictadura militar.
No es menor el hecho de que en ese 1 de Mayo se encontraban presentes entre otras personas:
El presidente de la Corte Suprema, José María Eyzaguirre; el ex presidente de la República y vicepresidente del Consejo de Estado, Gabriel González Videla; el Contralor General de la República, Osvaldo Iturriaga; miembros del consejo de Estado y dirigentes gremiales y de colegios profesionales, el director de organizaciones civiles Coronel Sergio Badiola, y el Secretario Nacional de los Gremios Galleguillos[40].
Ahora bien, la celebración de ese 1° de Mayo coincidía también con el anuncio de tres importantes políticas laborales desde el punto de vista del MRNS. La primera de ellas decía relación de la nueva ley de contrato del trabajo. Al respecto, Gremios publicaba:
El Ministro del Trabajo, Vasco Costa, explicó que la nueva Ley sobre las normas relativas al contrato de trabajo se basa en el establecimiento de derechos igualitarios para todos los trabajadores, terminando con la discriminación entre empleados y obreros.
La ley iguala a ambos en beneficios de jornada ordinaria de trabajo, descanso entre jornadas, formas de remuneración, monto y protección de ésta...[41]
La segunda política contemplaba: “Para las nuevas contrataciones, se establece una indemnización automática en razón del término del contrato, ascendente a un mes por año de trabajo o fracción, superior a seis meses”[42].
La tercera y la más importante guardaba relación con la creación del Consejo del Trabajo, máxima expresión de una política de corte corporativa que deseaba impulsar el MRNS. Sobre esto Gremios sostenía:
El Consejo del Trabajo es un cuerpo de integración, formado por 15 representantes de los trabajadores y 15 representantes de las organizaciones de empleadores, que se desempeñen en las actividades de producción y servicios, bajo la presidencia del Ministro del Trabajo y Previsión Social, quien en representación del gobierno se reservará la función de armonizar los diversos intereses particulares con miras al bien común.
La designación de los consejeros operará mediante la presentación de ternas por parte de las directivas de las organizaciones sindicales y gremiales de los trabajadores y empleadores. En el Consejo del Trabajo, las autoridades expondrán los aspectos laborales de la política gubernamental y analizarán las opciones y planteamientos de empleadores y trabajadores sobre tales materias.[43]
Este Consejo del trabajo -de clara inspiración corporativista-, sólo se entiende en relación con el marco ideológico sustentado en un nacionalismo corporativista, al mismo tiempo que buscaba generar un espacio político relevante para el MRNS, toda vez que los cuadros que ingresarían a él, habrían pasado directa o indirectamente por la Secretaría y la Escuela Sindical de Chile.
Cabe señalar que si bien este organismo fue aprobado, demoró un tiempo en desarrollar las elecciones de sus miembros. Esto llevó a reclamos publicados por dirigentes sindicales a través de Gremios, particularmente en el N°3, los cuales reflejan la queja de los trabajadores:
El representante de los trabajadores en el Consejo de Estado, Guillermo Medina, planteó una serie de inquietudes, las que calificó de extraordinaria importancia para el sector laboral nacional.
Entre otras materias, pidió que se nombrara a la brevedad posible el Consejo Nacional del Trabajo, la pronta promulgación de la reforma de Seguridad Social y la promulgación del Libro III del Código del Trabajo, que regula la negociación colectiva.[44]
Es importante señalar que este dirigente sindical, fue el mismo que era citado en el número 1 de Gremios exigiendo una reforma constitucional para el término de la militancia partidista en los dirigentes sindicales.
Aunque si bien, más adelante se eligieron las personas que integrarían el Consejo, éste nunca se puso en marcha, debido a que en la mañana de ese día Miguel Kast fue a hablar con el Presidente de la República y le dijo que el país atravesaba por una fuerte crisis económica y que el funcionamiento del Consejo Nacional del Trabajo iba a dificultar la aplicación de leyes para superar la crisis, entonces le pidió al presidente que lo postergara. Kast decía que podía ocurrir la necesidad de tomar una medida dura y el Consejo Nacional del Trabajo la podía rechazar. Quedó creado pero no funcionado.[45]
Aunque este hecho significó un estancamiento para la política del MRNS, cabe señalar que el funcionamiento de la Escuela Nacional Sindical se extendió por más de siete años. Mediante ella, se proporcionó una fuerte, sistemática y clara ideologización a los dirigentes sindicales chilenos. Sin lugar a dudas, estamos en presencia de un espacio histórico para el nacionalismo chileno, que aún no ha sido reconocido por la historiografía actual, constituyéndose este artículo, solamente en su introducción.
Finalmente, el asesinato de Tucapel Jiménez, líder sindical y Presidente de la ANEF, el 25 de febrero de 1982, marcará el fin de Galleguillos como Secretario Nacional de los Gremios y al mismo tiempo la pérdida para el sector nacionalista de una poco explorada experiencia sindical. Este último será inculpado –aunque procesado recién el año 1999[46] y luego dejado en libertad– como autor intelectual del asesinato, por lo cual dejará la Secretaría y volverá a la Universidad de Santiago de Chile a impartir docencia. De hecho, en 1991 será raptado por un comando del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (autónomo), desde la sala de clases en la cual se encontraba trabajando y lo dejarán encadenado a la puerta de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, con bombas pegadas al cuerpo, además de un cartel alusivo al asesinato de Tucapel Jiménez.
A propósito de este tema, el periodista Benedicto Castillo ha escrito un libro llamado “El emblemático crimen de Tucapel Jiménez. El cóndor quiere carne”[47], en donde sostiene la tesis según la cual Galleguillos habría sido el responsable del espionaje al líder sindical, sobre la base del cual se habría realizado su asesinato.
Por otra parte, el propio Galleguillos accedió a hablar de este tema y nos comentó:
Lo concreto ahí es que la Secretaría no tenía nada que ver. Nosotros no hacíamos seguimiento, para eso está la división del trabajo en la CNI, había ahí algo dedicado a los sindicatos. A mí me preguntaron si en la secretaría había una persona de seguridad, yo les dije que no, pero sí había en el ministerio del trabajo. Estos tipos pensaban que la Secretaría de los Gremios era una central sindical. Y no, era un organismo de gobierno. Incluso el ministro Muñoz preguntó si éramos parte de la CNI, se le pidió informes a la CNI y no había nadie. En abril de 1999 nos procesaron por solicitud de los querellantes, luego el mismo Ministro revocó el auto-procesamiento, en el fondo nunca fuimos parte del proceso[48].
En ese sentido, Galleguillos se mostraba favorable a la tesis de que la DINE mató a Tucapel, siendo él una especie de “chivo expiatorio”. El objetivo de los militares habría sido provocar una distracción en la investigación –inculpando a la Secretaría–, a fin de que tras correr el tiempo la causa caducara. Cabe señalar que este hecho servirá de paso para que los neoliberales junto con los gremialistas desarticularan el último bastión del nacionalismo.
Finalmente quienes terminarán ganando esta competencia a lo largo del gobierno serán los neoliberales aliados con los gremialistas –implicando eso sí un radical quiebre de Jaime Guzmán con sus antiguas concepciones ideológicas de carácter corporativas y tradicionalistas–[49], desplazando la influencia de los sectores nacionalistas, tanto en su afluente civil y militar. Esto último se explicaría a juicio de Verónica Valdivia, debido a la incapacidad política de estos últimos[50] de generar una alianza programática entre “los sectores duros” del régimen. De hecho el propio Galleguillos –frunciendo el seño y suspirando– sostuvo en la última entrevista concedida:
“Nos faltó mayor capacidad política”[51].
No obstante el proceso de ideologización bajo la escuela sindical de Chile, aunque no se puede evidenciar mediante estadísticas electorales –como sí podríamos hacerlo con el caso de la UDI–, fue un proyecto que no dejó de contar con el apoyo del mundo sindical, siendo un caso desconocido hasta el
día de hoy por la historiografía tradicional.
5. Conclusión
Mediante el desarrollo del presente artículo, se analiza la disputa acaecida al interior de la dictadura militar entre la alianza gremialista-neoliberal contra las formaciones nacionalistas, centralmente el MRNS. En esta línea, se muestra cómo cada sector, lejos de concentrarse en el Estado, desarrolló una política hacia los movimientos sociales, a fin de ganar nuevos espacios y conquistar un nuevo sujeto social y político.
Particularmente se estudió el caso del sector nacionalista, a fin de mostrar cómo se sometió a un proceso de “educación” sindical a los dirigentes sociales del mundo de los trabajadores, mediante una formación ideológica desde una variante corporativista y nacionalista. Esto último al alero de la Escuela Sindical de Chile.
Se ha mostrado una lectura de la dictadura militar no explorada, con el objetivo de ayudar a dejar de lado las compresiones de esta última como un todo homogéneo, mostrando de esta manera, las tensiones propias que surgen al alero de un proceso histórico caracterizado por una violación sistemática de los derechos humanos, además de la implantación de un proyecto de tipo global, es decir, mediante una reconfiguración política de los sectores dominantes chilenos.
Articulo publicado en el libro "Vitalizando la Historia Política. Estudios sobre el Chile reciente (1960-2010)" realizado por el Taller de Historia Política UV.
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[1] Cabe señalar que historiadores como Patricio Quiroga, Verónica Valdivia y Luis Corvalán han realizado estudios sobre los movimientos nacionalistas en otras épocas históricas.
[2] Por proyecto global entenderemos un proceso mediante el cual se transforman los diversos ámbitos
de una sociedad, ya sean políticos, económicos, sociales y culturales. Para profundizar este proceso ver:
Corvalán, Luis: Del anticapitalismo al Neoliberalismo en Chile. Editorial Sudamericana. Santiago, 2004.
[3] Ibíd., p. 279.
[4] Ibíd., p. 280.
[5] Declaración de Principios del gobierno de Chile, Santiago, marzo 11 de 1974, Correa, Sofía y varios autores, en “Documentos históricos del siglo XX”, Ed. Sudamericana, Santiago, 2001.
[6] Ibíd., p. 2
[7] Ibíd., pp. 2-3.
[8] Ibíd.
[9] Ibíd., p. 5.
[10] Ibíd. Esto también representaba un fuerte revés para el Partido Demócrata Cristiano, que mantenía esperanzas de un breve período de dictadura militar. Perdiendo de esta manera, el supuesto de manipular a las FF.AA. Por el contrario, creemos que serán los neoliberales quienes terminen hegemonizando al gobierno.
[11] Gonzalorena, Jorge: “Causas y consecuencias de la implantación del modelo económico Neoliberal en Chile”. En Ríos Kroyer, Nicole [ed.]: Para el análisis del Chile contemporáneo: aportes desde la Historia Política. Valparaíso, 2002. p. 35.
[12] El Movimiento Revolucionario Nacional Sindicalista, es la agrupación de extrema derecha con más larga data en la historia de Chile, existiendo hasta nuestros días. Esta colectividad ideológicamente se ubica en el pensamiento ultra conservador chileno, desde una vertiente católica nacionalista-hispanista y anti-liberal. Para profundizar esto ver: Pérez, Anibal, “Dios que buen vasallo si hubiese buen señor. El imaginario político del M.R.N.S”, en Para el análisis del Chile contemporáneo, Ríos, Nicole editora, Valparaíso, abril, 2010.
[13] Para profundizar este tema ver Corvalán, Luis: op. cit. Particularmente la tercera parte denominada “Después del tiempo eje” en su tema I: “Violencias extremas desde el Estado”.
[14] Entre las formaciones nacionalistas de extrema derecha existentes previo al golpe de Estado podemos encontrar: Fiducia, Tacna, Patria y Libertad, el movimiento gremialista de la Universidad Católica y el Movimiento Revolucionario Nacional Sindicalista.
[15] Dentro de los cuales se puede ubicar al General Gustavo Leigh, el General Oscar Bonilla –muerto en un accidente aéreo-, el coronel Pedro Edwin, Nicanor Díaz Estrada, por nombrar algunos.
[16] Me refiero a un carácter más estatista, corporativo, autoritario y anticomunista.
[17] El Frente Nacionalista Patria y Libertad (FNPL) será uno de los movimientos de extrema derecha más radicales en su lucha contra el gobierno de Salvador Allende. Su líder principal era Pablo Rodríguez Grez.
[18] Salazar, Manuel: Roberto Thieme. El rebelde de Patria y Libertad. Editorial Mare Nostrum. Santiago, agosto de 2007. p. 153.
[19] Ex M.R.N.S.
[20] Acuña, Gastón; Willoughby, Federico; Rodríguez, Pablo, “¿Qué es el nacionalismo hoy?”. Sin editorial. Agosto de 1983. pp. 26-27.
[21] Misael Galleguillos Vásquez era profesor de la Universidad de Chile sede Valparaíso y de la USACH. Uno de los principales líderes del MRNS y Secretario Nacional de los Gremios desde 1977 hasta 1982.
[22] Entrevista a Misael Galleguillos, 21 de agosto de 2009.
[23] Recomiendo la publicación de Verónica Valdivia sobre este tema: Su revolución contra nuestra revolución II. Editorial LOM. Santiago, 2009.
[24] Valdivia, Verónica: Su revolución contra nuestra revolución. Editorial LOM. Santiago, 2009. p. 74.
[25] Ibíd., p. 85.
[26] El M.R.N.S. para aquel entonces era la formación nacionalista que contaba con una estructura definida y clara, al contrario de las otras colectividades de extrema derecha que mantenían una organización algo más laxa y coyuntural.
[27] Ibíd.
[28] Citado el 25 de abril de 2010 en: http://feresuelta.blogspot.cl (http://feresuelta.wordpress.com/)
[29] Revista Gremios, N°1, P. 32
[30] Entrevista a Misael Galleguillos, agosto de 2008.
[31] Profesor del Instituto Nacional y autor del libro: “El mito de Chile”.
[32] Profesor de Historia, y ex director de un liceo municipal de Estación Central, esto según entrevista a Misael Galleguillos.
[33] Citado el 25 de abril de 2010 en: http://feresuelta.blogspot.cl op. cit.
[34] Alerta Austral es una importante página de difusión de las ideas nacionalistas en internet, en donde escriben nacionalistas de las más diversas tendencias. Para profundizar esto ver: www.alertaustral.cl
[35] Citado el 25 de abril de 2010, en: http://www.alertaustral.cl
[36] Revista Gremios, N°1, P. 3. Junio de 1978. En las concepciones nacionalistas, son típicos los rasgos mesiánicos y metafísicos que se encuentran en el discurso recién citado. Al mismo tiempo, la idea según la cual las naciones tienen destinos históricos, se encuentra presente en Primo de Rivera, teórico y político español, quien propugna un nacionalismo sustentado en el tradicionalismo hispanista. Las negritas son nuestras.
[37] Revista Gremios, op. cit. p. 4.
[38] Ibíd., p. 4.
[39] Galleguillos sostuvo en la entrevista del 19 de agosto del 2009, Al presidente le encantaba esto de estar con los dirigentes y a estos últimos también.
[40] Ibíd., P. 4.
[41] Revista Gremios, op. cit. p. 13.
[42] Ibíd., p. 13
[43] Revista Gremios, op.cit. p. 13.
[44] Revista Gremios, N° 3, julio de 1978. p. 5.
[45] Entrevista a Misael Galleguillos, op. cit.
[46] Mientras Galleguillos esté en prisión escribirá un texto con sus reflexiones llamado: La patria de los valores eternos. Reflexiones y pensamientos escritos en prisión. Editorial Macul. Santiago, marzo de 2006.
[47] Para profundizar esto, recomiendo leer: Castillo, Benedicto, “El emblemático crimen de Tucapel Jiménez”, Editorial Mare Nostrum, Santiago 2009.
[48] Entrevista a Misael Galleguillos.
[49] Cabe señalar que Jaime Guzmán siempre intentará conciliar de manera forzosa ambas vertientes de
pensamiento. Pero según Renato Cristi, terminaría cediendo ante una visión política más pragmática. Para profundizar este tema ver: Renato, Cristi: El pensamiento político de Jaime Guzmán, Editorial LOM, Santiago 2000.
[50] Para profundizar este tema ver: Valdivia, Verónica: El golpe después del golpe. op. cit. Especialmente el capítulo V: ¡Porque la patria no se vende!
[51] Entrevista a Misael Galleguillos, 21 de agosto de 2009.